Llegar a ser un recogedor en el Reino de Dios

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En la Conferencia General de abril de 2017, el presidente Henry B. Eyring enseñó que “aunque las familias terrenales están lejos de ser perfectas, brindan a los hijos de Dios la mejor oportunidad de ser acogidos en el mundo con el único amor de la tierra que se acerca a lo que sentimos en el cielo: el amor de los padres” (“Congregar a la familia de Dios”, Liahona, mayo de 2017, pág. 20).

Dios es el Padre supremo. Él valora a Su familia en conjunto y nos ama profundamente de manera individual. Él sabe qué es lo mejor para nosotros y quiere lo mejor para nosotros. Está haciendo todo lo posible para que nos reunamos con Él sin interferir en nuestro albedrío, lo cual no es una tarea fácil. Si elegimos seguirlo o no, debe ser nuestra decisión. Entonces, ¿cómo reúne Dios a Su familia? Él habla a Sus hijos que ya lo han buscado y hallado, aquellos que ya están escuchándolo y sintiendo Su amor, y les da inspiración para extender ese amor a los demás. De esta manera, Él puede ofrecer continuamente amor y bendiciones a Sus hijos. Esta es la forma ingeniosa en que Dios recoge a Su familia, la pasada, la presente y la futura.

Cuando decidimos participar en la obra sagrada de ayudar a Dios a recoger a Su familia, estamos uniendo fuerzas con Él y uniéndonos a la causa de Cristo. Es una manera única y poderosa de aumentar nuestra capacidad de sentir el amor de Dios para nosotros y luego compartirlo.

Cumplimiento de la profecía de Malaquías

Cuando Malaquías profetizó acerca de nuestra época, él dijo que Dios enviaría a Elías el Profeta para “volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres” (véase Malaquías 4:5–6). Esa profecía se ha cumplido y continúa cumpliéndose hoy en día. Elías el Profeta se apareció a José Smith en 1836 en el Templo de Kirtland y restauró las llaves del sacerdocio para sellar, las cuales son necesarias para recoger a la familia de Dios y sellar a las familias por la eternidad.

Como Santos de los Últimos Días, tenemos la bendición de ser “parte de un gran movimiento: el recogimiento del esparcido Israel”, dijo el presidente Nelson en un discurso de conferencia general de 2006 (“El recogimiento del Israel disperso”, Liahona, noviembre de 2006, pág. 79), un increíble movimiento que ha ido progresando a nivel mundial a un ritmo acelerado desde la restauración de la Iglesia.

Al centrar la atención a nuestros antepasados, aumenta nuestro amor por ellos. Ese amor es a menudo correspondido en forma inesperada y maravillosa. Es emocionante saber que nuestras acciones y esfuerzos por buscar y conocer a nuestros antepasados pueden ser un catalizador para ricas bendiciones en ambos lados del velo. El Padre Celestial sabía que en nuestros días nos sentiríamos atraídos a nuestros antepasados, que tendríamos la tecnología para encontrarlos e identificarlos, y que tendríamos templos para efectuar las ordenanzas a favor de ellos.

Conocer a Dios y escogerlo a Él

Dios desea que todos Sus hijos progresen y avancen para llegar a ser como Él. Para que eso suceda en la forma en que Dios lo ha señalado, lo necesitamos a Él, nos necesitamos unos a otros, y es preciso que entendamos nuestros sagrados privilegios y responsabilidades. Todas las personas que han vivido, que viven actualmente o que vivirán deben tener la oportunidad de aprender acerca de Dios y que se les presente la oportunidad de elegir seguirle.

“Nuestro Padre Celestial está ansioso por congregar y bendecir a Su familia. Aunque sabe que no todos ellos escogerán ser congregados, Su plan da la oportunidad a cada uno de Sus hijos de aceptar o rechazar Su invitación”, dijo el presidente Eyring.

Al participar en historia familiar y asistir al templo, te conviertes en recogedor de la familia de Dios y, a su vez, puedes compartir ese amor con los demás.

Conoce más sobre convertirse en recogedor en el Reino de Dios con esta lección de la noche de hogar.

 

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