Por Angie Lucas
A la cocina a menudo se le llama el corazón y el alma del hogar. Es donde se hacen recuerdos y comidas, donde se reúnen los familiares y amigos, donde nacen tradiciones, y donde se cuentan y se vuelven a contar historias.
La mesa de la cocina, entonces, ocupa un lugar de honor como el corazón del corazón del hogar.
Dedica unos minutos a imaginar la mesa de la cocina de tu propia niñez. ¿Fue pequeña e íntima, o grande y extensa? ¿Estaba pulida y lisa, o gastada y bien usada? ¿Tenía manchas e imperfecciones que se remontan a la ocasión en que alguien tiró pintura de uñas o que puso un sartén caliente sin poner primero un protector contra el calor? ¿Qué juegos recuerdas haber jugado en la mesa, alrededor o debajo de ella? ¿Qué historias familiares pasaron por la mesa tan predeciblemente como el recipiente con puré de papas?
Para nutrir y fortalecer
“Una de las piezas más importantes del mobiliario de una casa es la mesa de la cocina”, dijo el élder LeGrand R. Curtis en un discurso de conferencia general en 1995. “… puede ser muy grande o tan pequeña que ni siquiera tenga bastante espacio para la comida, la vajilla y los utensilios necesarios. Su función principal es la de proveer un lugar donde los miembros de la familia puedan recibir su alimento.
“[Pero existe] una función mucho más profunda e importante de la mesa de la cocina, una gracias a la cual recibimos mucho más que el alimento necesario para nuestro bienestar físico” (“Una mesa rodeada de amor familiar”, Liahona, julio de 1995, pág. 92).
Sí, nuestro cuerpo mortal se nutre durante las comidas familiares, pero también se nutren nuestras almas inmortales a medida que las relaciones se fortalecen y se construyen puentes entre las generaciones. De hecho, según la investigación recopilada por la Universidad Americana de Pediatras, “se habla más en familia durante la comida que durante cualquier otra actividad, incluso la de jugar con juguetes y leer cuentos” (American College of Pediatricians, “The Benefits of the Family Table”, mayo de 2014).
Después de que la madre de Cody Delistraty falleció y su hermano se mudó al extranjero, él quedó solo con su padre. Tal como relató en la revista The Atlantic el 19 de julio de 2014, al principio las comidas eran momentos solitarios, hasta que su padre decidió que su madre hubiera deseado que siguieran comiendo juntos, aun cuando solo fueran ellos dos. “Comer juntos era un pequeño acto, y requería muy poco de nosotros —45 minutos de las distracciones normales y cotidianas— y sin embargo, era invariablemente una de las partes más felices de mi día” (Cody C. Delistray, “The Importance of Eating Together”, The Atlantic, 18 de julio de 2014).
Aun más allá de las conversaciones importantes y los lazos familiares que tienen lugar cuando las comidas se preparan y comen juntos, la mesa de la cocina a menudo es el anfitrión de otras incontables actividades que edifican puentes, desde el estudio de las Escrituras y las lecciones de la noche de hogar a los proyectos de manualidades y la decoración de galletas. Muchos de esos pasatiempos pueden parecer mundanos y comunes y corrientes en el momento, pero las tradiciones que promueven nos pueden ayudar a sobrellevar los tiempos de tristeza y conmoción.
Una cuerda de salvamento en una época de pérdida
Crystal Farish, una misionera de historia familiar y ponente en la conferencia de historia familiar RootsTech en 2017, relató cómo las tradiciones que se establecieron en la cocina de su abuela fueron una cuerda de salvamento para ella cuando más las necesitó (Allison Kimball and others, “Grandma’s Syrup: Fortifying Your Home with Family History”, RootsTech 2017, lds.org/callings/temple-and-family-history/rootstech-training/grandmas-syrup).
“Todos los domingos nos reuníamos alrededor de la mesa de mi abuela para cenar”, dijo Crystal. “[La abuela siempre preparaba] la misma cena: carne de res al horno, puré de papas, gelatina roja y ensalada de repollo sueca . . . servida en un recipiente con flores de color rosa y una cuchara que alguna vez perteneció a alguien que sirvió en la Guerra Civil” (Kimball y otros, “Grandma’s Syrup”).
Más allá de las reuniones del domingo, la mesa de la abuela también fue anfitriona de innumerables tradiciones en los días de fiestas, incluso hacer torta de chocolate rojo para el día de San Valentín, decorar hombres y casas de jengibre para la Navidad, y celebrar muchos otros días de fiesta.
Crystal dijo que mientras trabajaban, su abuela contaba historias; ella creó una ventana del pasado al presente.
Para cuando Crystal tenía 12 años, ambos de sus abuelos ya habían fallecido, y luego perdió a su padre tres días antes de la Navidad ese año. Durante esa época de intensa pérdida y dolor, ¿qué hizo la abuela de Crystal, una mujer que ya había enterrado a su esposo y que acababa de enterrar al padre de Crystal, que murió a la tierna edad de 30?
“En Nochebuena, mi abuela nos reunió alrededor de su mesa”, dijo Crystal, “e hicimos lo que siempre hacíamos: historia familiar. Hicimos carne de res al horno y puré de papas y ensalada de repollo. Construimos casas de jengibre y compartimos relatos de las personas de nuestro pasado, que ahora incluían historias acerca de mi padre” (Kimball y otros, “Grandma’s Syrup”).
El consuelo de las tradiciones de comida de su familia sostuvieron a Crystal y le dieron una sensación de normalidad después de que su mundo cambió drásticamente.
Hacer tus propias tradiciones de la mesa de cocina
Ya sea que te des cuenta o no, ya tienes establecidas algunas costumbres familiares que giran en torno a la mesa de la cocina. Reconoce y honra esas tradiciones; son de lo que se componen los recuerdos.
También actúa con toda la intención de crear tradiciones nuevas y duraderas que reflejen tus valores más importantes. ¿Qué deseas que tus hijos y nietos recuerden acerca de las comidas en tu casa? ¿Hay otras formas en que puedas agregar mayor significado a las reuniones que ya están teniendo lugar en el corazón de tu hogar? ¿Cómo puedes recurrir a esas tradiciones para sostener a tu familia durante momentos de prueba?
A continuación encontrarás algunas ideas:
- Elabora un juego de preguntas o de temas de conversación para poner en el centro de la mesa a fin de generar charlas memorables. El proyecto #52stories [#52historias] es un buen lugar para empezar.
- Como una manera de crear una ventana del pasado al presente, prepara una vieja receta familiar y comparte historias acerca de la persona que preparó ese platillo por primera vez.
- Disfruten como familia de las mismas comidas tradicionales cuando lleguen los diferentes días festivos.
- Siéntense juntos a la hora del desayuno y lean juntos las Escrituras mientras comen.
- Escribe recuerdos de la mesa de cocina de tu infancia y compártelas como Recuerdos en tu Árbol Familiar.
Sobre todo, dedica tiempo para comer con tus seres queridos tan a menudo como te sea posible.
“Para disponer de una hora en la que la familia se reúna alrededor de la mesa, quizás sea necesario hacer una planificación concienzuda y muchos ajustes”, dijo el élder Curtis, “pero, ¿qué puede tener más importancia que la unidad familiar, el progreso espiritual de los miembros de la familia, y los lazos que se creen entre ellos al hablar, escuchar y responder, todos rodeados de amor? El éxito mayor que podamos lograr consiste en intentarlo una y otra vez” (véase “Una mesa rodeada de amor familiar”, Liahona, julio de 1995, pág. 94).