Mi hija de 11 años esperó pacientemente a que la pantalla de la computadora mostrara la relación entre ella y el pariente por el que planeaba ser bautizada en el templo al día siguiente, el 5 de enero de 2023. Sería su primera vez haciendo ordenanzas en el templo. Mi hija estaba encantada de ir a la Casa del Señor y aún más entusiasmada por la idea de que llevaría el nombre de un pariente.
Cuando apareció la lista en la pantalla, estiró el dedo para seguir la línea de descendencia. “¡Oh, es la línea de descendencia del abuelo!”, gritó con completo deleite. “¡Y miren, también es la línea de descendencia de la bisabuela Jackson!”.

Siguió con el dedo la línea de antepasados hasta que se posó sobre la persona por la que iba a ser bautizada, un primo octavo. Era bastante lejano, pero no importaba. Estaban emparentados y, al día siguiente, ese pariente tendría la oportunidad de hacer un convenio bautismal, con mi hija como representante. Al seguir el mismo proceso con otros tres parientes, ella observaba con gran expectativa para ver qué parentesco tenía con cada uno de ellos.
“Seguro que el abuelo estará muy feliz mañana”, dijo con una sonrisa grande y emotiva. Su abuelo falleció en diciembre de 2020, pero mi hija siente un fuerte vínculo con él, y hacer bautismos por los miembros de su familia en el templo fortalecía ese vínculo.
Para ella fue un momento significativo: ir al templo por primera vez y sentir cerca a la familia del otro lado del velo. Invitó a sus hermanos mayores que vivían lo suficientemente cerca a asistir al templo con ella. Fue un día para recordar y atesorar durante mucho tiempo.
Los convenios nos vinculan en ambos lados del velo
Como preparación para ese día en el templo, reflexionamos sobre su bautismo, recordando cómo hizo convenios preciosos y se le invitó a recordar siempre al Salvador Jesucristo. Hablamos de cómo sus antepasados tendrían la oportunidad de hacer esos mismos convenios y recibir esa misma invitación.
En la Conferencia General de abril de 2023, el élder Benjamín De Hoyos, de los Setenta, dijo: “Sin embargo, recordemos que la historia familiar va más allá de solo buscar nombres, fechas y lugares; es unir las familias y sentir el gozo que viene de extenderles las ordenanzas del Evangelio”.
Establecer mis propias conexiones por medio de los convenios
He sentido que las palabras del élder De Hoyos son verdaderas muchas veces en mi vida. Mi padre era converso a la Iglesia, así que sabía que cuando llegara el momento, tendría muchos nombres para investigar y llevar al templo.
Crecí yendo a un viejo cementerio familiar en las ondulantes colinas del este de Texas y, cuando era niña, no pensaba mucho en aquellas visitas. Cuando era una madre joven, mi familia todavía iba a ese mismo viejo cementerio cada vez que visitábamos a mi familia de Texas. La experiencia se hizo más tierna y conmovedora cuando mi abuela fue enterrada allí, junto con otros parientes a quienes conocí y amé mientras crecía.

Cada vez que voy a Texas y visito el cementerio, los momentos que más he llegado a apreciar son aquellos en los que encuentro las tumbas de los antepasados por quienes he completado las ordenanzas y los convenios del templo en la Casa del Señor. La primera vez que visité el cementerio después de completar algunas ordenanzas familiares, sentí que las lápidas sobresalían para mostrarme quiénes eran esos antepasados, y las personas enterradas allí se convirtieron en personas reales para mí. Entonces empecé a encontrar nombres en el cementerio para los que todavía yo no había hecho una obra y empecé a investigar esos nombres para ver si su obra estaba hecha.
Al hacer esta obra, tuve un sentimiento de conexión que nunca antes había experimentado. Sentí cerca la presencia de mis antepasados, y el Santo Espíritu permaneció decididamente conmigo al completar esas ordenanzas y hacer esos convenios en nombre de ellos en el templo.
Me doy cuenta de que cuando estoy en el templo haciendo la obra por los miembros de mi familia, hallo más poder y fortaleza para vivir mis convenios con más fidelidad. Me encanta lo que el élder Dale G. Renlund del Cuórum de los Doce dijo sobre esto en la Conferencia General de abril de 2023: “Nuestros convenios nos dan poder para permanecer en la senda de los convenios debido a que nuestra relación con Jesucristo y nuestro Padre Celestial cambia. Nos conectamos con Ellos mediante un vínculo de convenios”. Nuestras familias están unidas por los convenios, y así es nuestra relación con nuestro Salvador y con nuestro Padre Celestial.
El poder de los convenios puede fortalecer las relaciones familiares
Los convenios no solo se experimentan en ambos lados del velo, sino que también pueden fortalecer las relaciones en nuestras familias terrenales. Cuando hacemos convenios eternos, esas relaciones pueden adquirir un significado y un poder en los que podemos confiar a diario.
En la Instrucción para líderes del templo e historia familiar de 2023, el élder Kevin S. Hamilton, de los Setenta, habló de cómo no estamos solos cuando estamos en la senda de los convenios.

“Al pensar en la imagen de la senda de los convenios, imagino al Salvador junto a nosotros, uncido a nosotros, unido a nosotros, caminando con nosotros por esa senda, en todos los altibajos y desafíos de la vida. Él está ahí”. Tener esa ayuda del Salvador también ayuda a nuestras relaciones familiares y fortalece esos lazos.
En la Conferencia General de octubre de 2022, el élder Gerrit W. Gong del Cuórum de los Doce Apóstoles dijo que “felices y para siempre” no solo son ideas de los cuentos de hadas. También dijo: “El gozo verdadero y duradero y la eternidad con aquellos a quienes amamos son la pura esencia del plan de felicidad de Dios. La senda que Él ha preparado con amor puede hacer que nuestra travesía eterna sea feliz y para siempre”.
He sentido ese gozo al participar en la obra de historia familiar por mi cuenta y en mayor medida con mi familia. Mi hija, que ahora tiene 12 años, y yo todavía atesoramos nuestros momentos en los que encontramos los nombres de los miembros de la familia que podemos llevar al templo, y sentimos esa dulce expectativa de descubrir cómo estamos emparentados. Estoy segura de que no es solo su abuelo quien sonríe desde el cielo, sino toda una serie de familiares con los que volveremos a reunirnos.
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