Por Angie Lucas
¿Qué hay de cenar para hoy? No importa qué estés preparando: curry con arroz, carne y verduras, espagueti y marinera o una simple sopa de lata, también estás haciendo historia.
La cena en familia tiene un gran impacto. Las experiencias de la hora de la comida de nuestra niñez nos acompañan el resto de nuestra vida, y no solo se trata de comida. Los estudios demuestran que la frecuencia de las comidas familiares compartidas puede influir en todo, desde el promedio de calificaciones a los resultados de la salud mental o al riesgo de abuso de sustancias.
Sin importar la investigación, las rutinas alimenticias son uno de los aspectos más fundamentales y decisivos de la experiencia humana. Los detalles de lo que comemos, cómo y dónde servimos, y con quién compartimos son inmensamente diversos en todo el mundo, pero una cosa es universal: el significado arraigado de cocinar y de las costumbres alimenticias.
En todas las culturas, las comidas se tratan más que de solo alimentar al cuerpo; son experiencias compartidas que se tratan tanto de reunirse, compartir y conectar, como de la comida en sí.
Más que solo una tortilla
“Recuerdo ver a mi madre, mi abuela, bisabuela y ahora a mis hijas utilizar la misma receta para alimentar los corazones y los cuerpos de sus seres queridos”, escribió la bloguera Allison Kimball en su cuadernillo “La historia de comida de mi familia”. “Relatos de fe, de dificultades y de perseverancia, al igual que de recuerdos de amor, risa y música han sucedido a medida que el olor de las tortillas cocinándose en la estufa llena la casa y el ritmo del palo de amasar suena en mi mente y corazón”.
Una tortilla es más que solo una tortilla para la familia Kimball. Es un ritual.
Nada podría demostrar la importancia intrínseca de las tradiciones de comida más que la historia de “un libro frágil de recetas con las páginas cosidas a mano” recopilado por los prisioneros en el campo de concentración de Terezin durante la Segunda Guerra Mundial. De todas las cosas que podrían haber conservado con la poca cantidad del preciado papel que tenían, escogieron escribir las instrucciones para hacer huevos rellenos, pastel judío, pollo relleno y estrúdel de ciruela. Sus recetas eran un elemento esencial de sí mismos que no podrían soportar perder después de haber perdido literalmente todo lo demás.
“Las recetas de ese libro… son un recuerdo de otra vida, una mejor. Nos hacen pensar en familias bulliciosas reunidas alrededor de una mesa tallada de madera cubierta de comida”, escribió Lore Dickstein en una reseña de New York Times. “Este libro tiene una relevancia y un significado particular para mí. Al leer las recetas para ensalada de espárragos o tarta de chocolate, puedo imaginarme esos platillos y recordar el sabor; es la comida de mi niñez”.
Las palabras que usaron Kimball y Dickstein son reveladoras, escriben de ver y saborear, de oír y sentir. Señalan a lo que hace que las comidas en familia sean tan perdurables. Cuando cocinamos y comemos juntos, utilizamos todos nuestros sentidos:
- Vemos los rostros de seres queridos y los colores variados de los alimentos que tenemos ante nosotros.
- Escuchamos una sinfonía de sonidos: chisporroteo, burbujeo, tintineo.
- Sentimos texturas con nuestras manos y boca.
- Olemos los fuertes aromas y probamos los muchos sabores.
- Compartimos esas sensaciones con todos los demás a la mesa.
Cómo involucrar al corazón
Con todas las distracciones de la vida moderna, comer juntos parece cada vez más como una tarea que un rito sagrado, pero sin importar si servimos una obra maestra hecha en casa o fideos de una caja, el comer juntos todavía involucra todos nuestros sentidos y los recuerdos aún perdurarán.
“Siento una conexión especial con mi familia cada vez que lo como”, dice Edgar Gómez acerca del budín de pan de su abuela mexicana.
“La abuela pone amor y cuidado a cada tanda que prepara a mano”, dice Steve Rockwood acerca el dulce de nueces y malvaviscos de su abuela estadounidense.
“Igual que el delicioso aroma al cocinar de mi mamá, mi origen vietnamita toca cada parte de mi vida”, dice Anne Metcalf acerca de la receta familiar tradicional de rollitos de primavera.
¿Estos platillos tienen un significado tan profundo debido a su sabor, a la combinación particular de los ingredientes que le agrada al paladar? No, sino debido a lo que representan estas recetas: tiempo, sacrificio, familia y amor.
Cualquier comida que consuma uno solo o con otras personas, naturalmente llega a los ojos, oídos, manos, nariz y lengua. Pero también podemos involucrar al corazón cuando nos reunimos con seres queridos o al preparar recetas que nos conectan a nuestro legado.
Comidas familiares más significativas
A continuación hay una docena de maneras sencillas para lograr que las comidas familiares sean más memorables y significativas para familias de todos los tamaños sin importar qué tan ocupado sea su horario o qué limite de presupuesto tengan.
- Procura una meta de diez minutos. Bruce Feiler, autor de Secrets of Happy Families [Los secretos de las familias felices], dice que diez minutos de conversación es todo lo que se necesita para cosechar los beneficios de una cena familiar. Aun en las noches cuando solo hay suficiente tiempo para preparar la cena más sencilla, todavía puedes nutrir corazones y mentes con un poco de tu tiempo y atención.
- Reúnanse a la mesa. Podría decirse que la mesa de la cocina es el mueble más importante en el hogar. Aun si recogiste comida para llevar camino a casa después del trabajo, tengan la meta de sentarse a la mesa y comer juntos. (¿Estás cansado de que los hijos peleen y discutan? Feiler dice que se ha comprobado que hacerlos participar en una tarea de cooperación antes de cenar, como poner la mesa, aumenta la armonía a la hora de comer).
- Hablen acerca de la historia familiar. Feiler dice que de acuerdo a la investigación realizada en la Universidad Emory: “Los niños que sabían más acerca de su historia familiar tenían un mayor sentido de autoestima y una creencia mayor de que podían controlar sus propias vidas. Era el indicador número uno del bienestar emocional de un niño”. La cena es el momento perfecto para crear y fortalecer su propia narrativa familiar y para dar a tus hijos un sentido de pertenencia y una fuerte “identidad entre generaciones”.
- Prepara recetas heredadas o a conciencia comienza tus propias tradiciones alimenticias (en inglés únicamente).
- lnvolucra a los hijos en la preparación. Jonathan Wing dice que el miércoles por la noche era su turno para ayudar a su mamá con la cena y a menudo preparaban adobo. “Ella nos enseñó cómo preparar platillos tradicionales de su niñez [en las Filipinas]”, él dice. “Ahora parte de la infancia de mi madre también es parte de la mía”.
- Comiencen la cena con un momento de unidad. Tal vez tu familia tenga una tradición de dar gracias o unirse en oración. Si es así, oren o den gracias por cada persona, mencionándola por su nombre. Aquellas personas que no son religiosas incluso pueden tomarse de la mano y dedicar tiempo para conectarse antes de comenzar a comer.
- Reconozcan a todas las personas que ayudaron con esta comida. Hablen acerca de los granjeros que cosecharon los vegetales, del carnicero que cortó la carne, del proveedor que compró la comida con su salario, del antepasado que dejó la receta como legado y de las manos que prepararon los alimentos.
- Prohíbe los teléfonos y los teléfonos inteligentes en la mesa, especialmente para papá y mamá. Casi tres de cada cinco empleados en EE. UU. dicen que los correos electrónicos y mensajes de texto están arruinando las cenas familiares.
- Escucha. Las investigaciones indican que los padres tienden a dominar dos terceras partes de la conversación en la cena. “Si eso es lo que está sucediendo, no están sacando suficiente provecho del tiempo que tienen juntos”, dice Feiler. Procura que los hijos hablen por lo menos la mitad del tiempo.
- Honren al creador de la receta. Coloquen una foto en el centro de la mesa de la persona que dejó la receta para generar conversación y conexión, como Elizabeth Dillow demuestra en el blog de FamilySearch.
- Involucra los cinco sentidos y los cinco gustos. Si hay niños que comen contigo, pídeles que identifiquen qué es lo que ven, escuchan, huelen, saborean y sienten. Pregúntales si pueden distinguir los cinco gustos en esta comida en particular: dulce, agrio, amargo, salado y umami.
- Mapa de la comida. Nombren los diferentes lugares de donde proviene la comida que está a la mesa: uvas peruanas, pollo local, arroz mexicano, y pidan a los niños que reconozcan los países en este mantel que se puede descargar. O identifiquen los países de donde provengan los antepasados que han proporcionado las recetas de las que disfrutan.
Los recuerdos que creamos en la mesa de cocina se quedarán con nosotros durante toda nuestra vida. Si recordaste tus tradiciones de comida o historias de la cena de tu propia niñez mientras leías este artículo, toma un momento para escribirlas y compartirlas en los comentarios. Tal vez hasta puedas cargarlas a tu perfil en FamilySearch.
De ahora en adelante, todos tenemos una opción: podemos pensar en las comidas como una tarea, o elegir ver la cena de la familia como un privilegio, un regalo y una poderosa herramienta que tiene la capacidad de mejorar la vida de los hijos, fortalecer los lazos entre generaciones y crear familias más fuertes. Y no tenemos que llegar a ser mejores cocineros con el fin de cosechar estos beneficios; solo debemos hacer nuestra parte para llegar más allá de los cinco sentidos y lograr involucrar al corazón.